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LAS HISTÉRICAS

Por Debora Hadaza

“Para decirlo de otro modo, gozar de la falta y gozar de la carne son dos cosas muy diferentes. Esta voluntad de no satisfacer el goce es lo que, de manera precisa, define la posición histérica… El histérico, que busca insatisfacer al Otro, apunta a un plus de ser. Se podría decir entonces: una mujer quiere gozar, la histérica quiere ser. Incluso, exige ser, ser algo para el Otro, no un objeto de goce sino un objeto precioso que sustente el deseo y el amor… Ella toma prestado el ”uno” al Otro, para asegurarse de no ser un sujeto cualquiera… sino por ser, además, identificada como una mujer elegida. Se comprende, entonces, por qué las mujeres, histéricas o no, más que los hombres, aman al amor.” Soler Colette, Lo que Lacán dijo de las mujeres.

Me encanta como cantan las histéricas. Algunas mujeres cuando cantan lo hacen bien, muy bien, o no tan bien pero de forma sexy y provocadora, algunas sólo son unas buenas showgirls, sin embargo las que me gusta a mi escuchar son las histéricas. Sí a esas que cuando abren la boca antes ya te abrieron un abismo, a esas que su voz sólo es superada por el agujero de su alma, esas que hacen vibrar todo su cuerpo, y no sólo vibrar, temblar, trepidar, romper, y parece que les queda chico el escenario, la pantalla, el espacio en tu casa, los huecos de tus orejas. Me gustan esas mujeres porque cuando la canción termina no te dejan satisfecha, su voz no es alimento ni agua, es sed y hambre implacable, es angustia y agonía, y quieres escucharlas una y otra vez aunque tengas aun más sed y más hambre, aunque las sueñes, aunque te causen dudas y te alimenten el dolor y la necesidad. Me gustan porque son como la comezón en la costra, como la obsesión por el objeto perdido en algún rincón de tu vida, porque son como la espina hasta el fondo del dedo, porque no te dan respuestas sino te hartan de preguntas, preguntas que van más allá de la canción, más allá de las emociones, de tu zona racional, y llegan hasta allá, a la parte balbuceante del ser, a la parte que no piensa, ni entiende, ni es.

Me gustan porque no se puede cantar así y ser de otra forma, son mujeres que van por el mundo rasguñando riñones, rompiendo puentes metafísicos con su absoluto peso pluma, porque tampoco les alcanza la vida para mostrarse, porque su voz no es más que la metáfora del deseo irrefrenable de deseo, de insatisfacción. Porque irán por el mundo siempre sedientas y hambrientas, siempre errantes, como vagabundos insomnes, como sonámbulos lúcidos; son de las que no se salvan porque nunca hay en el mundo un lugar tranquilo, de las amorosas que siempre buscan aunque nunca encuentren, son las Magas, las Amarantas, las locas sinfónicas de sus propios cuerpos, libros se tejen entre sus sueños retorcidos, muertos cantan en sus calambres, vivos transpiran olvido en sus músculos tensos, en sus contracturas.

¿Alguna vez habrán de curarse? Porque cada canción, o letra, o acto camina para la cura ¿habrán de curarse? Es decir ¿lograrán ser, podrán ser eso que anhela su alma, eso que es inefable, más valioso que el valor, más precioso que la eternidad? Por eso siguen andando, deseando, cayendo, siempre en gerundio porque para ellas no existe el tiempo perfecto, ni la vida perfecta, ni el idilio perfecto, nada es perfecto, nada está completo, todo es búsqueda y anhelo constante, un estirarse hasta dejar la piel en el aire, y la carne y a veces hasta los huesos, ir, ir, ir.

Y sé que las histéricas no son para todos, sé que cansan, que agotan, que hartan. Sé que muchos destruirían todos los escenarios para no escucharlas nunca más, que cerrarían todos los libros para no ver ni una sola de sus letras. Son demasiado, demasiado grito, demasiada demanda, demasiado sonido, sonoridad aun con boca cerrada. Pero a mi me gustan. Me gusta como aman, como crean, cantan, y mueren, me gustan como espejos de muchos tamaños, como los labiales de muchos colores, como me gustan los mapas aunque no los use, como los muchos vestidos de todas las épocas, como me gusta la música, y como me gusta vivir.

Débora Hadaza. Chilanga de nacimiento y moreliana de corazón. Licenciada en composición musical, eterna estudiante de Teología, escritora de vocación y mamá.
www.hadazadebora.wordpress.com

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