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ARTE PARA TODOS, TODAS Y TODES

En su tercera edición, (Re) Pensar Colectivamente (en) el Espacio Público, realizó un diálogo abierto sobre comunidad LGBT, diversidad sexual y categorización de género.
Dividir, clasificar, integrar o sumar, son cuestiones que surgen cuando se aborda el tema LGTB, movimiento que en pleno siglo XXI se desarrolla en contexto de lucha por la visualización, reconocimiento y derechos para las personas disidentes, que tienen que ver más allá de la preferencia u orientación sexual, y se alojan en un contexto de hegemonía económica y social.
Fue este tema de reflexión, generado en la mesa interactiva sobre LGBT, realizada en el marco del Tercer Festival Arte para Todos, (Re) Pensar Colectivamente (en) el Espacio Público, que tuvo lugar en el mes de diciembre de 2019, con la participación de los activistas por los Derechos LGBT, Luis Antonio Cortés, Elsa González, Elena Ibarra Rojas y Rafael Escutia Garmentia.
La mesa moderada por Verónica Loaiza Servín, presidenta de Contenedor de Arte, Asociación Civil organizadora del Festival, puso especial atención a las necesidades, cuestiones y problemáticas diversas a las que se enfrenta la comunidad, por lo que “poner todo en una misma bolsa complica la situación, dado que hay otras líneas y tendencias derivadas de la diversidad sexual”.
LA ‘H’ MUDA DEL MOVIMIENTO
Tal es el caso del movimiento lésbico, que a decir de Elena Ibarra, mujer lesbiana feminista, quien trabaja en tres categorías: la visualización de las intersecciones entre género y orientación sexual, y qué está sucediendo particularmente desde el tema lésbico en Morelia y las estrategias de supervivencia desde los estudios de género.
“Las siglas LGBT nos agrupa en diversas identidades y orientaciones, pero pareciera que la L es la ‘h’ muda, es la letra que está al inicio y es de la que menos se habla y para la que menos se trabaja la creación de políticas públicas – apuntó – para mí ha sido un tema de voz, porque hay dos barreras, la orientación y el género, si de por sí ya es difícil que la mujer acceda a la voz pública, lo cual vamos rompiendo con muchos retos pendientes, las lesbianas al no relacionarnos con hombres, socialmente nos vemos anuladas como mujeres”.
En ese sentido, afirmó que el posicionar la voz de las mujeres dentro de un movimiento representado por varones gay, es necesario recurrir a diversas estrategias a falta de referentes que también generan otra severa problemática. “Para mi hay dos tipos de estrategias: el pronunciamiento púbico y visualización, o la silenciosa, generada en gran medida a partir de una sociedad que ya nos castiga por ser mujeres. Como población lésbica hemos transitado por este camino y como estrategia de supervivencia generamos el hablar desde nosotras, sobre nosotras y para nosotras”.

EN LA BÚSQUEDA DE REFERENTES HISTÓRICOS
Buscar la mirada histórica frente a una historia oficial de los grandes héroes y los grandes personajes, ha sido la misión de Elsa González, quien considera la mirada de personas disidentes se pierde en la memoria histórica, y es justamente a fin de rescatar esas historias que desde su formación en Historia y Derecho se aproximó al tema a partir de una investigación de tesis, sobre el movimiento LGBT, que para el estado del siglo XIX no hubiese sido relevante.
“Para mí era importante contar una historia contemporánea que abarcara entre los años 1992 y 2017, año de la última reforma al código familiar respecto a la identidad de género; y lo que descubro es que el surgimiento en del tema del orgullo LGTB, en ese entonces homosexual o gay, generado a partir de una trifulca en un bar de tolerancia de Nueva York, que en junio 1969, terminó en una redada policial”.
Explicó como parte de nuestra historia contemporánea, pensaba sobre la configuración de los espacios y las redes que orillaron a las personas disidentes a tejer una serie de pasos para sobrevivir, “lo interesante fue que en Morelia, una ciudad conservadora y pensada heterogénea (normativamente hablando), paralelamente hubo un grupo de personas trabajadoras sexuales y mujeres trans que defendieron y defienden estas marchas que hoy conocemos, misma que este año tuvo una audiencia de 1500 personas, cuando las primeras a partir del año 2006, con carácter silencioso, eran integradas por 30 personas que buscaban objetivos muy distintos a los actuales”.

IMPORTANCIA DE LA INTERSECCIÓN
Existen situaciones límite que nos llevan a replantearnos nuestra dinámica con los otros, pero sobretodo con nosotros mismos, es así que a partir de un diagnóstico positivo de VIH y después de su proceso personal de negación, enojo y aceptación, inició una labor de activismo, que hoy en día desde la función pública, le ha permitido acercarse y trabajar con diversas comunidades y localidades.
“En esta acción de apropiarnos del espacio público, yo como originario de la Ciudad de México, con 17 años de residencia en Morelia, al socializar y conocer gente empecé a reunirme en la Plaza de Armas y calle El Nigromante donde se reunía un grupo muy numeroso de chavos gay para convivir y lugar, esta plaza era muy representativa”.
Relató que dicha calle peatonal El Nigromante donde se llevó a cabo la mesa de diálogo, era conocido como “La vuelta mágica”, punto de reunión de sexoservidoras, gays, trans, ‘de todo’, donde cada noche había una fila de coches para solicitar servicio o socializar, un cuadro convertido en zona libre de ligue, “era la vuelta mágica porque veías a alguien y de repente desaparecía, no porque lo levantaran sino porque ligaron”.
“Yo salí del closet muy joven, cuando vivía en la Ciudad de México las mujeres trans me daban mucho miedo, en Morelia me involucré con ellas y conocí sus historias de vida, como eran violentadas, acosadas, sometidas a redadas, y aunque su contexto es más violento al de los gay, quienes creo tenemos muchos privilegios, surgió amistad”.
En el año de su diagnóstico, Luis fue invitado por el Club Rotario de Morelia a dar su testimonio en un evento denominado “Qué onda con el sida”, su primer aparición en público, la cual marcó la pauta para su trabajo comunitario, camino en el que ha conocido personas que trabajan desde diversas trincheras: derechos de la diversidad sexual, la discapacidad, pueblos originarios; intersección en la que entendió la defensa de los derechos debe ser general y no segmentada.
APROPIACIÓN DEL ESPACIO PÚLICO DESDE LA DISIDENCIA
Para Rafa Escutia, experto en temas de participación ciudadana, la apropiación del espacio público desde la disidencia social trasciende lo colorido de las marchas, sino del trabajo que se realiza por el reconocimiento y visualización, el que presupuesten programas, generación, evaluación y seguimiento de leyes y de políticas públicas para la Comunidad LGBT, pero también aspectos de sexualidad, licencia sexual, educación y migración.
“Lo que me apasiona es la visualización de diversas realidades en ciencia política, la presentación de cuadros y la apropiarnos del espacio público han sido para mí una de las cosas que más disfruto porque los, las y les ciudadanos participan a partir de los temas que nos interesan, nos duelen o nos llenan de placer en la vida”.
Consideró que dentro de la población de la diversidad sexual, sí, quizá los hombres homosexuales tienen o gozan de más privilegios, pero este privilegio dependerá de si este está en un contexto urbano, si es o no indígena, si tiene la tez blanca o no, si tiene dinero o no, “lo podemos hacer como un ejercicio de la masculinidad, entonces el privilegio parece que todavía no es tanto, unos se salvan y a otros les va como en feria, mientras no se salgan de su contexto, como las compañeras Muxes, que mientras permanecen en su comunidad son respetadas, pero si quisieran ir a Ciudad de México para trabajar o estudiar, finalmente terminan ejerciendo la prostitución para sobrevivir”.
“El privilegio muchas veces no es porque tengamos testículos y pene, sino porque la visión heteronormada de género que existe en la sociedad tiene que ver con el entorno económico que reconoce
posición, tez, nivel académico, y no es una apología para los hombres, ni ampliar el debate de lucha entre hombres o mujeres, sino lo que validadnos como positivo”, abundó.

EDUCACIÓN, SENSIBILIZACIÓN Y DIÁLOGO
Posterior al diálogo entre los asistentes, resolución de preguntas y compartición de experiencias, se concluyó que las causas sociales tienen distintos motivos fundacionales en el espacio público pero al final de todo, lo fundamental es aprender a dialogar, con unas y con otros para sumar. Desde la disidencia sexual, trabajar en la prevención de la violencia, la diversidad de género y las estrategias que podemos activar para la protección, la denuncia y atención.
Rescatar experiencias, abordar con rigor metodológico no para validarnos sino para reconocer que estamos en la historia; los sentimientos que nos vibran desde pequeños y que nos hacen sentir diferentes, la necesidad de no estar solos y la dificultad para abrirnos y hablar; son cuestiones que faltan sensibilizar para evitar situaciones como la llamada enfermedad del siglo XXI, la depresión que en su fase final nos lleva al suicidio.
Si bien se percibe un avance, el fundamentalismo también ha traído una serie de retrocesos, el error, legitimar gobiernos que no sólo por buena voluntad generan programas u oficinas que deben operar sin presupuesto, de ahí la importancia del trabajo a veces invisible de estos activistas.
Hablar de los estudios de género, qué somos, de dónde venimos y hacia a dónde vamos y queremos ir, es el principio para el cambio y la unificación de criterios.

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