COVID-19 UNA OPORTUNIDAD PARA REPENSAR NUESTRAS CIUDADES
Por Luis Erik Garcia Trujillo
La nueva normalidad ya está aquí y con ella también el regreso de las actividades no esenciales y los desplazamientos a los espacios públicos justo cuando México se posiciona en el tercer lugar mundial con mayor letalidad de infectados por coronavirus, el 11.9% según datos de la Organización Mundial de la Salud. En este momento de emergencia, es importante reflexionar como la movilidad toma un papel de gran relevancia en la propagación del virus, y como esta situación a mejorando la calidad de aire por el confinamiento masivo y la reducción en los desplazamientos en la ciudad.
Las acciones colectivas son una parte fundamental de la solución, aun cuando existe la incertidumbre de como saldremos de esta crisis, dadas las diferentes variables psicológicas, sociales, culturales, políticas y económicas del país, que cambian constantemente la forma de ver, vivir y construir la “ciudad post-covid-19”.
Algunas ciudades en el mundo que abordan la problemática de movilidad y pandemia con éxito, destinan parte del espacio de avenidas vehiculares a ampliar las redes de movilidad activa de peatones y bicicletas, garantizando así su seguridad al desplazarse por la urbe. Sin embargo, el pánico a las aglomeraciones ha provocado una disminución en el uso del transporte público, ha aumentado el uso de vehículo privado y la movilidad activa. En México, la pandemia se agudiza, a causa de las desigualdades sociales y económicas, lo cual obliga a la población a salir de sus casas desacatando el confinamiento y arriesgando su salud, debido principalmente a su inestabilidad económica, que no les permite dejar su trabajo por más de dos meses continuos, aumentando de esta manera el riesgo de contagios masivos.
En Morelia el 40% de los habitantes, o sean 385,200 personas se desplazan en transporte público, según datos de la Secretaría de Movilidad y Espacio Público, sumando a esto los datos proporcionados por Nicolás Estupiñán el secretario de movilidad de la ciudad de Bogotá el servicio de transporte público (TransMilenio) se estabiliza al 25% de la demanda típica, planteando el problema de mantener al menos 2-3 pax/m2 (datos del 6 al 27 de Marzo del 2020) se hace evidente la necesaria inversión en un transporte público de calidad que funcione de manera integral mejorando la respuesta ante una crisis logrando desplazamientos eficientes en la ciudad.
Es bien cierto que la respuesta debe ser inmediata ya que en los próximos meses el transporte público tendrá que adaptarse a los requerimientos de distanciamiento social donde la responsabilidad es colectiva y donde todos debemos valorar el impacto de esta pandemia a mediano y a largo plazo para poder evitar contagios masivos
El efecto del cambio climático en ciudades que tienen niveles elevados de polución y que ahora tienen una mejoría en la calidad de aire por ende un beneficio muy importante en la salud de las personas es contradictorio. El economista de recursos ambientales de la Universidad de Stanford, Marshall Burke, realizo cálculos sobre la reciente disminución de la contaminación atmosférica en algunas partes de China y las posibles vidas salvadas; Estima que dos meses de reducción de la contaminación en China han salvado la vida de 4.000 niños menores de 5 años y de 73.000 personas mayores de 70 años en ese país, siendo un número más alto de vidas salvadas que las muertes provocadas por Covid-19.
Tomando en cuenta que estos beneficios solo son una consecuencia temporal debido al confinamiento es necesario generar estrategias para lograr una movilidad de baja emisión de gases de efecto invernadero hacia la atmósfera, como una constante en la planeación de las “ciudades post-pandemia”.
En la historia de la humanidad las crisis se han vuelto un incentivo en la búsqueda de oportunidades para el desarrollo humano, por lo tanto, debemos plantear la situación actual como un período de evolución en los protocolos de respuesta que tenemos ante una emergencia de este tipo, pero también como una oportunidad al establecer medidas que produzcan un cambio perdurable hacia la post-pandemia. Tomando en cuenta que no teníamos una experiencia cercana a una crisis masiva de este tipo en el mundo, que nos permitiera observar el daño tan evidente que le estamos ocasionando al planeta, es momento de hacer ciudad siendo parte de la solución para dar respuesta a la emergencia climática y a la necesidad de construir ciudades sustentables.
La gran lección que nos deja esta contingencia sanitaria es que en un contexto de emergencia las condiciones de un país predisponen a tener un mejor o peor desempeño en la resiliencia a este tipo de catástrofes; Así que el repensar la forma de hacer ciudad, implica también considerar la forma en que aprendemos de estas situaciones y así planear una ciudad que implemente estrategias de movilidad activa, que fomente un estilo de vida más saludable, al reducir los impactos sobre el medio ambiente.