EL LUBOK, ESTAMPAS DE BARRETO
Por Verónica Loaiza
Fue un dibujo náutico con una serie de ballenas el tema que llevó a Alejandro Barreto a ganar su primer reconocimiento como artista, solo bastó con reinterpretar a estos animales, copiándolos de un libro para ganar el premio estatal del concurso El Niño y La Mar. “Nunca tuve clases de dibujo, solo empezaba a copiar de los libros, tratando de imitar la realidad”, comparte Alejandro. Desde entonces representó en esta convocatoria a su escuela cada año, era apartado durante varios días de sus compañeros de primaria para dedicarle tiempo suficiente a sus dibujos.
Es artista autodidacta, no participó en ninguna clase de pintura, hasta que ingresó la Universidad Autónoma del estado de México, de donde egresó en el 2002 como licenciado en Artes Plásticas con especialidad en Grabado. Barreto ha participado en más de 40 exposiciones colectivas y 6 individuales, en México, Estado Unidos, Canadá, Rusia, Grecia, España, Rumania, Macedonia, Eslovaquia, Francia, Egipto, Argentina e Italia.
“Llegué por casualidad a esta escuela orientada a las artes, me fue difícil entender como funcionaba pues esta forma rompió mis esquemas educativos, no entendía”, comenta Alejandro Barreto en entrevista exclusiva para El Despertar.
“El arte no significa que algo esté bonito”
Por no contar con un antecedente formativo respecto a las artes visuales, Alejandro tuvo complicaciones en un principio, sin embargo, estas se aclararon rápidamente para dar origen a uno de los artistas plásticos actuales más reconocidos de Zitácuaro, a nivel internacional. En 2015 fue condecorado como embajador del arte gráfico Lubok en México, se convirtió en miembro de la Unión de Artistas Folclóricos de Rusia y realizó una estancia académica en la Academia de Ciencias y Artes de Moscú con apoyo de la Unam.
“Al principio de la licenciatura hacía muchísimos bocetos, para que el profesor decidiera sobre cual iba a trabajar, lo que me parece una restricción sobre los alumnos y sus concepto estético”, pues Barreto busca salir de los estereotipos respecto a los temas del arte. Considera que debe de cambiar la percepción para llegar a una solución de lo conceptual, así como ampliar la reflexión sobre la importancia de los objetos en el proceso creativo.
Nuevamente, de manera autoinstruida, Barreto se profesionalizó en 2008 estudiando ruso por medio de tutoriales en Youtube, “en la licenciatura tenía una maestra rusa, Tatiana Litvinskaya, con ella comencé a estudiar el idioma”, afirma el becario del Doctorado en Artes y Diseño de la Facultad de Artes y Diseño de la Unam.
Alejandro comenzó a entender como funcionaba Rusia, un país de siglos de historia separados de Europa, “cuando conocí el arte del soviético veía paisajes, Lenin, retratos, Stalin, más paisajes. No hubo conexión con ese tipo de estética. También leí el manifiesto comunista que estipulaba como debía de ser el arte… me pareció absurdo lo que leí”.
“Leer se da la oportunidad de no repetir los estereotipos en el arte”
“En Rusia se trabaja con un solo maestro durante años, este funciona como mentor, así se aprende poco a poco la técnica. Sin embargo, no se permite la experimentación, solo existe una línea académica”, explica Alejandro, quien se ha especializado en temas relacionados con la cultura rusa.
Barreto percibía Rusia como un lugar de miniaturas y cositas adornadas. “Un día alguien me regalo un libro de Reader’s Digest, se llamaba toda Rusia. El libro era de historia pero había una parte que hablaba del siglo XVIII que tenía una foto de un grabado, era un gato, el gato de Kazán, en una estampa humorística”.
Fue en ese momento que conoció el Lubok, estampas antiguas de origen eslavo desarrolladas anónimamente por los pobladores del territorio ruso, es un estilo folclórico y nacionalista. “Lubok era barato, popular, masivo y divertido, muy parecido a lo que hacia Posadas”, estas estampas eran pintadas a mano, contenían toda clase de temas de interés general; desde noticias sobre el gobierno, sátiras y canciones, hasta temas bíblicos, leyendas, cuentos y pasajes heroicos.
“El Zar Pedro el Grande cuidaba a la población a costa de impuestos muy altos, era impositivo, quería europeizar al Imperio, quitar las tradiciones ortodoxas, buscaba renovar. Eso no le gusta a la gente, la mayoría eran campesinos, así comenzaron a hacer estas estampas como burla hacia el Zar”, comenta Barreto.
A partir de estos conceptos estéticos Alejandro Barreto compone obra gráfica con la producción de una serie de grabados sobre personajes populares mexicanos, re empleando la vieja estética de Lubok. La serie contempla personajes emblemáticos del cine mexicano como
Cantinflas, Tin Tán, Ninón Sevilla, El Santo, que van contrastándose con personajes modernos como los Hipster de la condesa, el Chapulín colorado, Juan José Gurrola, Kalimán, Tohui Panda y el Showbizz Pizza, entre otros más.
“Hay temas que ya tenemos incrustados, no es lo mismo trabajar sin tener un código cultural”
“Lubok es una especie de aborto del arte bizantino, remite al tarot, a los grabados antiguos en madera, a los libros antiguos, a las ilustraciones antiguas de México”, el estudio de Barreto se conforma de la descripción gráfica de elementos populares modernos de la cultura mexicana. Su inquietud originó la serie de grabado, “me gustan los personajes populares, algunos relevantes y otros no tanto Juan José Gurrola o Melquiades Herrera; aunque estos son referentes para mi trabajo. Me gustó la idea de popularizar cosas que no lo son tanto”.
“Ambos países, están separados por una gran distancia, sin embargo están enlazados por el gusto a la crítica y la burla”, a pesar de eso Barreto afirma que a los mexicanos les importa más la estética, cuando a los rusos los personajes; “en Rusia el Lubok no se les hace tan bonito porque viene el personaje con un escrito muy vulgar”.
Barreto considera que con el tiempo el artista va definiendo las etapas de lo que le sirve y de lo que no, sus etapas creativas han ido desde los monstros, brujas, rumberas, híbridos circenses de personajes famosos, medios de comunicación y pantomima, hasta temas inspirados en el fino trabajo del surrealista Max Ernst.
“Me gusta más crear personajes que las escenas, paisajes o solo el color, como grabador trato de cubrir dos elementos, la parte donde me gusta lo que hago y la otra, que la obra funcione y que genere algo en las personas… las ideas tienen que ir evolucionando”, comparte Alejandro mientras bebe su tizana caliente relajante.
Verónica Loaiza es arquitecta, artista visual y gestora cultural. Directora
de la asociación civil Contenedor de Arte. contenedordearte@gmail.com