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Movilidad Sustentable ¿estamos preparados?

Por Pedro Núñez González

La ciudad de Atenas fue la sede del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna celebrado en el año 1933, donde los arquitectos y urbanistas más influyentes del mundo determinaban, con la visión reduccionista de hacer ciudad solo por especialistas, los nuevos lineamientos de la Ciudad Moderna, que estaban siendo revolucionados por la invención del automóvil y la consolidación de la producción industrial. Lo que proponían era una ciudad funcional, con usos de suelo diferenciados y actividades especializadas, todo ello integrado por las redes de infraestructura vial, que colocaban al automóvil en el centro de la movilidad.

La segunda mitad del siglo XX se desarrolla con esa visión de movilidad e influye de manera determinante en la planificación de nuestras ciudades, al concentrarse en el transporte seguro y eficiente de vehículos y mercancías, pero desafortunadamente deja de lado a las personas y convierte al automóvil en un objeto aspiracional, símbolo de estatus, de desarrollo y de modernidad. Fue hasta los años 70 que la crisis económica y energética puso en cuestionamiento esta forma de hacer las ciudades y comenzó el cambio en el modelo a partir de su movilidad. Una de las posturas más influyentes en el urbanismo contemporáneo es la de Jane Jacobs quien, a partir de la observación y sus deducciones, defendía la vida de barrio, la participación y el empoderamiento ciudadano, quien afirmaba que “las ciudades tienen la capacidad de proporcionar algo para todo el mundo, solo porque, y solo cuando, se crean para todo el mundo”.

Ha sido tan fuerte el impacto del modelo de movilidad centrado en el automóvil, que por mucho tiempo se ha entendido el concepto de espacio público, exclusivamente para parques y plazas, por considerar que las vialidades eran exclusivas para los autos, disminuyendo brutalmente la vida pública en las ciudades. Es ahora que se comienza a discutir la exclusión que genera en los habitantes de las ciudades, así como del fuerte impacto ambiental que deja el uso indiscriminado del automóvil, suponiendo que es la solución al problema de la expansión urbana y cayendo, incluso por exigencia de los ciudadanos, en un círculo vicioso que deshumaniza las ciudades, haciéndolas insostenibles y excluyentes.

En Morelia, se están realizando obras de infraestructura para la movilidad activa, las cuales han generado muchos comentarios y una necesaria discusión acerca de su conveniencia, sin embargo, se hace evidente que la postura de defensa, por momentos vehemente, para el automóvil hace que se pierda el foco de la discusión, por lo que se hace necesario contar con mayor información para participar en un dialogo entre autoridad y ciudadanía que genere los mayores beneficios para todos.

Se debe reconocer a todos los actores del espacio público como principio fundamental para asumirnos como iguales, como lo afirma el ex alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa, “si todos los ciudadanos son iguales, entonces tienen derecho a la misma cantidad de espacio las personas que se movilizan en automóvil, a las que lo hacen en transporte público, en bicicleta o a pie”. Así también se debe priorizar la seguridad de todas las personas que usan el espacio público, cuidando primero a las más vulnerables. El espacio público, es además la plataforma para ejercer y garantizar los derechos de todos, punto clave para asumir la democracia.

Es una constante en las ciudades como Morelia, que el 80% de las vialidades se le cede al uso del automóvil, y el 20% restante a otros modos de movilidad en donde, además que se descuida la calidad espacial y el confort para los usuarios, potenciando la exclusión y la inequidad que son condiciones que el cuidado en el detalle del espacio público debe minimizar.

Es un hecho que cada ciudad por sus condiciones físicas, económicas, sociales y normativas, debe diseñar las estrategias necesarias para la evolución de la movilidad dentro de su territorio, sin duda alguna, un transporte público eficiente es condición necesaria para alcanzar una movilidad sostenible, sin embargo, se requiere la participación ciudadana para lograrlo, siendo este el gran reto en Morelia y que empieza en que el nivel municipal de gobierno sea quien tenga las atribuciones y responsabilidad de su operación, entendiendo que esta es una acción de largo plazo.

Mientras, las estrategias en otras ciudades lo demuestran, se deben generar acciones para pacificar del tráfico y a desincentivar el uso del automóvil, por lo que es importante que la autoridad municipal tenga una campaña permanente de sensibilización a la movilidad sostenible, fomente la participación ciudadana en la construcción de los proyectos para estén validados en el momento de su implementación e transparente el proceso para disminuir la conflictividad con los ciudadanos y minimice la participación de grupos con intereses que no son claros para la construcción colectiva.

Morelia, por sus condiciones climáticas, ambientales, topográficas y arquitectónicas, ofrece una gran oportunidad para modos no motorizados de movilidad, que permitan disfrutar de todo ello a plenitud, solo resta establecer la plataforma para que suceda, entrar a una dinámica positiva de dialogo y construcción ciudadana, estamos de acuerdo en el hacia donde debemos de ir, debemos definir el cómo hacerlo, nos debemos obligar a superar con éxito esa discusión colectiva, para lograr la anhelada evolución a una ciudad humana, incluyente y sostenible.

*Pedro Núñez González: colecciudad@gmail.com

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