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EL NUEVO MAGNATE DEL MENUDO

Por Noé Contreras González*

Cafetería y bar, 5 de la tarde, Chelas. Mondadientes y sal regados en la mesa. Pasa coche amarillo, chiflan, pasa chiquillo regordete gritando algo.

Dentro, dos tipos. Uno de ellos dice algo y eructa, el otro responde con una pregunta:

A-¿Nunca has soñado con cosas que se van inflando? Empiezan siendo cualquier imagen en tu cabeza. Son entresueños, mejor dicho, porque me sucede cuando estoy a punto de caer dormido. Es divertido, los objetos se turnan en el teatro interno, son muchos, todos interesantes de ver. No sé cómo decirlo…

B- Creo que me ha pasado eso que dices. ¿Pero a qué carajos viene?

A-Mira, es que… creo que nada de malo tendrá que me pase eso, ¿o sí wey?

B-Lo peor sería que tu cerebro tuviera mierda atorada dentro. Bueno, el caso es que te estaba platicando de…

A-De que el nuevo secreto de la vida que has configurado a partir de tres lecturas mal interpretadas es:

B-Calla, Guardatrepo. Ni siquiera he leído, sólo he bebido y pensado en que: ¿por qué coño debemos de estar tan estimulados todo el tiempo? Por cierto: ¡salud! Yo ahorita mismo no sé si estoy contigo porque quiero o porque necesitaba algún estímulo de esos a los que ya todos somos adictos.

A-Tal vez sí, tal vez toda nuestra pinche personalidad es producto de la casualidad. Y si somos adictos, es desde tiempos ancestrales.

B-Te entiendo. ¿Pero eso a qué coños viene?

A-Sí un poco a lo que tú decías, pero como quieras, pinche Malarraja.

B-El caso es que, como te contaba; yo estaba tocando ese día y llegó ese vato que hasta respiraba chueco. Para que veas que a ese sí le queda el apodo del Malarraja. Ningún carisma, todo peste y congestión de complejos y una percepción muy vaga de la justicia –maridada con pericos y chelas- con la cual quería a huevo arreglarse a alguien de los que estábamos ahí en el bar. Traía hasta un palo en la mano.

A-Más o menos es así cuando sueñas con cosas que se hinchan incontrolablemente, no te caben en la vista y te ponen ansioso, wey. Es una sensación como de a huevo querer darte un tiro con alguien.

B-Salió el Chino y se lo puteó al Malcerdo éste. Nadie sabe bien cómo, pero dicen que hasta unos le aplaudieron, porque el Malandrapio, a la primera que el Chino le quiso decir algo, el wey le soltó vergazos con el palo. Así, sin más, ni gritó, ni echó gargajo antes. Aun así, el Chino lo tumbó fácil y de una vez le amarró una putiza bien puestesota.

A-Eso debería ser parte del protocolo.

B- ¿Qué jodido protocolo dices tú, Chupagatos?

A- Echar un gargajo antes de pelear como protocolo, para avisar. Pero mejor síguele, que cuando sueño eso de las figuras que se hinchan a veces escucho tu música, y debe ser porque a veces que duermo, tu ensayas.

B-Ni sé, pero como sea. Cargamos al Malarraja éste, lo echamos en una tina que tienen ahí en la cocina del bar, y luego de la lástima… es que se le puso cara de angelito después de la putiza, sin imperfecciones; de la lástima hasta le echamos encima una cobijita para que se alivianara.

A-Seguro despertó más feliz al siguiente día.

B-Así mero fue, porque el Chino cargó en su camioneta la tina con todo y Malandrapio.

A- ¿Qué no era “Malarraja”?

B- Ese mismo, sí. Se lo trepó y el wey, con su nueva cara de beato, de querubín, que le contrastaba muchísimo con la de pinche mataperros que traía cuando entró al bar… Iba pidiendo, casi chillando, pero de neta chillando: que le urgía un menudo.

A- El Chino seguro lo llevó al Magnate del Menudo.

B- Ajá.

A-¿Y ya por eso es el Nuevo Magnate del Menudo? Tú dijiste que ese era el título de la historia, antes de eructar.

B- Se me olvidaba eso, pero también ya me iba acordando: pues resultó que el Chino lo dejó ahí afuera del Magnate del Menudo a las 4 am y ahí lo encontraron, beatífico y madreado, cuando iban abriendo el lugar. Por eso te digo que luego no sé si andar detrás de estímulos o no. Chupe, (pásame otra, por cierto)… cuates, mota, lo que sea. Sexo enajenante también.

A- Te entiendo pero ahora dime tú wey, ¿a qué carajos viene esto último?

B- A que el tipo este Mataperros se hizo empleado de la menudería, al parecer el Magnate del Menudo lo acogió después de verlo ahí como a Moisés, y ahora es el nuevo magnate del menudo, todo un heredero. Ahora se le ve siempre sonriendo y atendiendo el changarro. Y es que esto es la pura neta.

A-Sí me habían platicado algo de eso.

B- Así mismo sucedió y eso me hace pensar que ¿para qué ser tan disque disciplinados? ¿Para sobresalir en algún campo, al obtener algún éxito, que como todos es vanalizable por la simple perspectiva de la propia muerte o algunas otras similares? Mejor tirarse a los vicios, si te gustan lo suficiente. ¿No?

A-Te juro que no entiendo cómo se relaciona eso con el Malarraja. Pero lo bueno es que ya estoy bien pedo también. Y tampoco sé qué pasa con los sueños de personas y objetos que se van inflando cada vez más. Una vez hasta me vomité de tanto que se inflaron las imágenes, más y más, y no las quería ni las podía detener.

B- Eso seguro es tu ansia visual de estímulos, tu cerebro trata de, cuando cierras los ojos, de que no te aburras y trae tan alta la vara de lo que es estimulante que hasta te hace vomitar. Eso, o tienes un tumor de mierda atorado pa dentro de la nuca.
Y dime además: ¿cuál es la diferencia de enamorarse de la buena vida, alguna mujer y los billetes y, en cambio, enamorarse de los vicios y también alguna mujer y de los billetes tal vez no?

A- Ya hemos hablado de esto, pero dime, ¿no crees que esto de las visiones en los entresueños sea síntoma de que tengo un tumor cerebral de verdad?

B-La mente es casi igual de incontrolable que el mundo fuera de ella, a veces me parece que más.

A- Y a parte los dos son la misma cosa. Por eso mejor ni hablar. Pásame otra chela, culero.

B- Va, va, va.

 

*Noé Contreras González: Ingeniero, músico en Ciènega y Et Mortem, melómano y escritor.

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