NARCOCULTURA NARCORRIDOS ESTILO DE VIDA
Por Verónica Loaiza Servín*
Acompañados de tambora, mariachis o música norteña, narran historias donde el narcotraficante está en constante búsqueda de la felicidad, refiriéndose al dinero y poder. Sin lugar a duda la música se convierte en el medio de expresión de quienes están inmersos en el negocio del narco.
“100 balazos al blindaje, en mi carro dispararon, creían que iban a matarle, jamás se lo imaginaban que las ráfagas de cuerno, que mi vidrio rebotaba … cuando escogí este negocio, sabría que podrían matarme, el problemas es que estoy vivo, ahora van a lamentarse. Tengo un escuadrón de muerte, pistoleros que no fallan, soy un hombre sanguinario, sin temor a las batallas, tengo una historia de guerra, que mi carrera respalda. No hay manera de ocultarse, voy a remangar parejo, tengo el apoyo del viejo, de voltear todo el terreno”, este fragmento de El Komander “100 Balazos al Blindaje”, es un narración de tantas de lo que implica el negocio del narcotráfico.
Michoacán es uno de los Estados de la República con mayor conflicto de narcotráfico, el tema la delincuencia organizada es cotidiano, tan habitual que no solo es parte de la cultura, es cultura. Los narcocorridos se relacionan estrechamente con las ideología y la política del país, donde lo que fundamenta es inestable –política, economía, seguridad y educación-. Estos estereotipos idealizados de un sector de la población son el ferviente reflejo de una identidad donde la austeridad se reprueba, el horror vacui -terror al vacío- no tiene cabida. Los narcocorridos reflejan un estilo de vida que se transmite de generación en generación, se convierte en identidad cultural donde la razón son los lujos, el excentricismo, los bienes materiales y los placeres ilimitados: muchas mujeres, por lo tanto mucho sexo.
El fenómeno del tráfico de drogas en México existe desde hace décadas, es inevitable y ha mutado, es un mal necesario. En el siglo XIX productos como la seda, el tabaco, el algodón, el alcohol eran prohibidos, así en la frontera de Tamaulipas se introducían de manera ilegal al interior del país. Es decir, el tráfico no es un problemática nueva, sin embargo, actualmente la percepción y definición del tema genera una gran tensión, sobre todo en cuanto al juicio entre lo que está bien y lo que está mal. Al día de hoy los narcotraficantes son delincuentes famosos, representan a personajes que lograron salir de la pobreza por medio de negocio del tráfico de drogas, los excesos y la violencia, son modelos de éxito y fama.
“Salieron de San Isidro, procedentes de Tijuana, traían las llantas del carro repletas de hierba mala. Eran Emilio Varela y Camelia La Tejana… A Los Ángeles llegaron, a Hollywood se pasaron, en un callejón oscuro las cuatro llantas cambiaron. Ahí entregaron la hierba y ahí también les pagaron”, en este fragmento de la canción de Los Tigres del Norte (Contrabando y Traición, 1974) representa la necesidad de generar una identidad cultural. En los narcocorridos los personajes se muestran como héroes, por atreverse a exponer su vida por dinero, de tal manera que se logra una fascinación.
La narco-cultura es un fenómeno colectivo, donde los individuos se influencias de manera recíproca a través de un determinado esquema de creencias y formas de vida. Pero es una realidad la narco-cultura se conforma de una estructura donde gobierno, criminales y consumidores son los agentes fundamentales; modos, maneras, usanzas, órdenes de conducta, pautas y costumbres, que se mantienen en tensión. Los códigos y los relatos del mundo del narco son autoconstrucciones de la nueva identidad cultural, donde se busca des-estigmatizar los conceptos que el Gobierno construye, estando inmerso en el problema.
La sociedad está en constante cambio, su estructura social establece formas de vida, al ser México intermediario entre Estados Unidos y otros países, es el puente del narcotráfico. Estados Unidos es el país más intranquilo por implementar políticas para erradicar el problema del narcotráfico, paradójicamente el vecino país del norte es el primer consumidor en el mercado de las drogas, abastece la mayor cantidad de armas a nivel mundial y el primer país promotor de la violencia contra el trafico de drogas en otros países.
La percepción del narcotráfico, manifestado de los narcocorridos, es consecuencia de dos cuestiones, la primera: el Gobierno ha permeado en la sociedad, existe un problema de legalidad y seguridad con intención de erradicar; la segunda: los propios actores consideran esta labor como forma orgullosa de supervivencia y un estilo de vida. Así, como lo relatan los narcocorridos, mientras más lujosa, llamativa, ruidosa, bullanguera, fiestera, sea la forma de vida es mejor.
Aunado a la crisis económica, la falta de cimentación en la identidad cultural-educación y la poca, casi nula, oportunidad de empleo, es más fácil alistarse a las filas del narcotráfico que buscar oportunidades dentro de un panorama competitivo. El trinomio educación-arte-cultura es pieza clave para transformar la realidad social, la verdad nunca es el producto de una buena voluntad, sino el resultado de una violencia de pensamiento. El narco y los narcocorridos son parte de nuestra identidad cultural, llegaron para quedarse.
*Verónica Loaiza es arquitecta, artista visual y gestora cultural. Directora de la asociación civil Contenedor de Arte.